Como resultado de un nivel de glucosa en sangre elevado, las personas con diabetes son propensas a tener complicaciones más allá del propio tratamiento de esta enfermedad. Además, pueden estar más avanzadas o ser más graves en los casos de diabetes tipo 2, ya que el paciente suele convivir más tiempo con ella sin ser diagnosticada. Las repercusiones de esta enfermedad en los órganos del cuerpo pueden aparecer a corto plazo, pero lo habitual es que se manifiesten a lo largo de los años.
“El tipo de complicaciones que presenta la diabetes tipo 2 son básicamente circulatorias. Por eso, hacer ejercicio para perder peso y mejorar el sistema circulatorio es vital. Además, hay que alejarse del tabaco porque, entre otros muchos problemas, estrecha los vasos sanguíneos”, ha explicado el experto. “Las complicaciones más clásicas de la diabetes son retinopatía, nefropatía y neuropatía”, ha añadido.
Complicaciones vasculares
Se estima que alrededor de un 80% de las muertes de personas con diabetes están relacionadas con enfermedades cardiovasculares, siendo más frecuentes que en la población general, debido a las características inherentes de la diabetes.
Si las concentraciones de glucosa en sangre permanecen elevadas durante un largo tiempo, los vasos sanguíneos se estrechan. Por eso, el aporte sanguíneo disminuye en muchas zonas del organismo, afectando primero a aquellas regadas por vasos sanguíneos de pequeño calibre, ya que los azúcares complejos se adhieren a sus paredes, dificultando la circulación de la sangre.
Asimismo, la hiperglucemia o el control inadecuado de la glucemia, puede derivar en ateroesclerosis, es decir, una acumulación de colesterol, grasa y otras sustancias en las paredes de las arterias, que también obstruye el paso de la sangre. Estos depósitos se calcifican y forman placas de ateroma, las cuales pueden llegar a romperse, formando un trombo que provoque un infarto o muerte del tejido que ha quedado sin irrigar.
En resumen, el exceso de colesterol y triglicéridos (característico de la diabetes tipo 2), junto a la hipertensión arterial (también presente en este tipo de pacientes) y un colesterol de HDL bajo (denominado bueno porque ayuda a eliminar otras formas de colesterol en sangre), multiplican el daño que provoca el exceso de glucosa en los vasos sanguíneos. Por eso, el tratamiento de la presión arterial y los niveles de colesterol disminuyen notablemente el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.
Enfermedad coronaria y cerebrovascular
La diabetes afecta a los vasos sanguíneos que irrigan el corazón, lo que a largo plazo puede provocar angina de pecho, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, arritmias o incluso muerte súbita. En el caso del cerebro, la diabetes puede provocar accidentes cerebrovasculares o ictus (reducción del flujo de sangre al cerebro), demencia (resultado de pequeños eventos que provocan un daño progresivo) o ataque isquémico transitorio (un derrame de corta duración).
Daños neurológicos
La hiperglucemia a largo plazo puede dañar los vasos sanguíneos que llevan oxígeno a los nervios, por lo que dejan de funcionar correctamente. Estos daños pueden traducirse en neuropatía diabética o polineuropatía diabética, dependiendo de la cantidad de nervios que estén afectados. La sensibilidad en estos pacientes se ve alterada, apareciendo un hormigueo o dolor persistente, además de debilidad en las extremidades.
Obesidad y sobrepeso
Teniendo en cuenta que el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de padecer diabetes tipo 2, en las personas que ya padezcan esta enfermedad, aumentar de peso significaría una mayor dificultad para controlar el nivel de azúcar en sangre. La alimentación en los pacientes obesos es alta en grasas, que terminan depositándose en las arterias, juntándose con la acumulación que ya ocurre por los altos niveles de glucosa en sangre.
“Hay dos factores importantísimos. Uno es la educación diabetológica, explicar a los pacientes los hidratos de carbono que tienen los alimentos, cuáles tienen restringidos y cuáles deben consumir. Otro, igual de fundamental, es el ejercicio físico para perder peso”, ha destacado el experto.
Amputaciones e infecciones
Igualmente, la diabetes puede dar origen a una vasculitis, angitis o arteritis, es decir, la inflamación de las arterias, provocando la pérdida de sensibilidad nerviosa y la dificultad de cicatrización de las heridas en los pies, lo que puede acabar en una amputación de los dedos de los pies o de parte de la extremidad.
Los daños neurológicos provocados por la diabetes pueden evitar que el paciente sienta dolor en las extremidades afectadas por la obstrucción arterial. Entonces, el diagnóstico de una lesión no sería posible hasta que aflore a través de la piel.
Dado que la capacidad del organismo para combatir infecciones puede verse afectada por la diabetes, cualquier herida, úlcera o lesión que se forme en los pies, es vulnerable a infecciones. Además, la neuropatía también dificulta el diagnóstico de una infección grave, dando lugar a una gangrena y a la posterior amputación de la zona afectada.
Por eso es imprescindible el cuidado de los pies en las personas con diabetes, tanto tipo 1 como tipo 2. Es conveniente protegerlos de lesiones usando un tipo de calzado cerrado y adecuado, manteniendo siempre la piel húmeda para evitar callos. También es importante cortarse las uñas de los pies de forma correcta, evitando la aparición de uñeros, y no andar descalzo.
Lesiones oculares
La retinopatía diabética es otra de las complicaciones de la diabetes. Las lesiones en los vasos sanguíneos de los ojos pueden provocar ceguera, “afectando a los vasos sanguíneos que irrigan la retina”, ha señalado Calle. Algunos tratamientos, como la cirugía con láser, pueden evitar una lesión permanente, cauterizando los vasos sanguíneos hemorrágicos en la retina. Por este motivo, someterse a revisiones oftalmológicas anuales es clave para evitar o detectar de forma precoz este tipo de lesiones.
Lesión en los riñones
Otro de los órganos que se ven afectados por la diabetes son los riñones. Una enfermedad renal crónica puede requerir diálisis o trasplante. La forma de detección más habitual es mediante el análisis de orina; en concreto, se mide la concentración de albúmina, que es un síntoma precoz de esta dolencia cuando se sitúa en niveles altos. Lo que provoca la diabetes en los riñones es, básicamente, que reciban menos irrigación, lo que afecta a su funcionamiento.
Por eso, tanto la modificación de hábitos de estilo de vida como la buena alimentación y el ejercicio son determinantes para minimizar los riesgos y la repercusión que puede tener la diabetes en el organismo.